mucho gusto.

Idas y venidas de ideas en desorden.





Mi vida, la frontera, la leche y la mayonesa.

Hace muchos años, verdaderamente muchos, viajé en tren. Era uno que olía raro, como a encerrado, como a viejo, como a historia. Dormíamos 4 en un camarote diminuto donde deberían haber dormido 2. Nos lavabamos las manos y la cara en un lavabo con botones rojos en lugar de llaves o perillas y que, moviendo una palanca, se convertía en retrete. Comíamos en un vagón comedor donde era realmente dificil si no es que imposible mantener un vaso inmovil y a su contenido dentro. Caminabamos descalzos por los mini pasillos con alfombras antiquisimas y paredes acechantes con corredores que desde mi tierna perspectiva parecían infinitos. Nos gustaba pararnos en la union de vagones, porque era un pasillo pequeñito que no olía a tren y se veian las vias y los durmientes de las vias pasar por debajo muy rápido.

El destino de ese viaje en tren que duró exactamente seis días fué la ciudad de nogales, sonora. Ibamos a visitar a la parte de mi familia que se exilió en el norte del país desde la época en que el norte era la siberia mexicana. De sinaloa pa'rriba. No se bien que cosas extrañas sucedieron durante esas vacaciones y ni me acuerdo cuanto duraron. Pero de lo que si me acuerdo es que una mañana muy fría nos levantaron violentamente de la cama y nos subieron a un auto manejado por mi padre. Lo guiaba una de esas tías a las que visitabamos. En un suspiro llegamos a la frontera, y como en esa época no existía ni yorch bush ni osamabinladen ni los talibanes ni los millones de ilegales que cada año tratan de cruzar la frontera pudimos pisar suelo gringo en media hora de trámite burocrático aduanero y migracionesco.

De inmediato la tia hizo gala de un cerebro y una perspicacia dignos de ser posteados, porque nos llevó a desayunar a un fastfud de desayunos, y como eran alrededor de las ocho de la mañana y hacía frio no se les ocurrio otra idea a mis padres que comprar una generosa cantidad de vasos de leche tibia. Nos sacaron del auto y ahí parados en el estacionamiento del fastfud de desayunos nos pusieron popotes en boca y a succionar.

Vomité.

Ahí me di cuenta de que la leche y yo no nos llevamos bien, y a la fecha me siguen dando ganas de vomitar cuando la huelo. Y si por accidente llego a beberla en licuado o con café me agarra un chorrillo que mejor paro de contar. Por algo el pelos de stroke en zacatecas me advirtio solemnemente que no me bebiera ese licuado de chocolate con platano y nuez. -son diez horas de carretera mi gonx- dijo. -Oquéi- Contesté.

Tampoco me gusta la mayonesa, y menos desde que me contaron el chiste de un duende que se exprime los barros y deposita el desecho de sus apretujos en tarros de mayonesa. Mayonesa que después algunos insensatos o insensatas untan en sus panes bimbos para hacerse sanduiches de jamón con queso panela y aguacate. Con la mayonesa no vomito ni me da diarrea, pero de que no me la como no me la como. Si un día me ofrecen sanduich de jamón con queso panela aguacate y mayonesa y lo desprecio, no lo tomen a mal. Es que la mayonesa no me gusta. Y tampoco la leche sola.

gonX
| Siguiente »
| Siguiente »
| Siguiente »
| Siguiente »
| Siguiente »
| Siguiente »
| Siguiente »
| Siguiente »
| Siguiente »

Siendo las 1:32 p.m., Blogger Cory dijo...

Primero:Uy! la intolerancia a la lactosa... no hasprobado la deslactodzada? podría funcionar, o de plano no te gusta?
Segundo: aaahh graaacias eh! *en tonito sarcástico* a mí que sí me gusta la mayo, ahora cada que la vea me voy a acordar de la excreción de un poro grasiento de duende!! bueno, el tiempo lo borra todo!
saludos!    



Siendo las 12:05 a.m., Blogger es mi nombre Berenice dijo...

Qué no Cory, ¿no ves que se empachó?    



Siendo las 8:40 a.m., Blogger Gaby dijo...

De ese viaje solo recuerdo el olor indescriptible y que en esas permanencias entre vagon y vagon, me vole la uña del dedo chiquito del pie    



» Publicar un comentario