Hace muchos años el buen Rius hizo una revistuca que (nos) inspiró a muchos a seguir un camino desobediente, medio altanero y de pensamiento.
Del nombre de esa revista salió el nombre de una banda que anda por ahi haciendo ruidito en uno que otro escenario más o menos pretencioso.
El nombre completo comprendía un sinónimo con su artículo bien puestito y un eslogan bien machín que mandaba a toda la politiquería marrana de esos tiempos a bajarse los chones y ponerse de a cañón para recibir una buena dosis de cuerazos salvajes pero hilarantes y bien críticos. Les encantaba.
La idea era azotarlos como los buenos bueyes que eran -y que siguen siendo, nomás que ora son de color azul cianótico.
Todavía hay quienes los azotan severamente, y parece que les sigue gustando. A mi se me hace que son masocos de esos que usan bolas rojas en la boca y ropa de piel. Y sus dominatrices han de ser gordas y güeras con los labios pintados de rojo bien rojo.
La palabreja esa (azotar, azote, azotaína, azotado) puede tomar todas esos significados y convertirse en la bandera de un estado mental, o hasta en un estímulo sexual.
Aquí la que aplica es la primera.
Y es que yo, a veces, me azoto cañón.
Siempre espero la peor o más dramática reación de las personas. Será porque siempre que puedo entro en el papel del más dramático y hablo, y soy aspavientoso, y salgo con el comentario polémico (por exagerado, no por interesante), o tomo partido antes de tiempo, y así.
Cuando entro en razón y me tomo las cosas como Capulina me relajo y me da por entender la vida y su significado. Por eso decía hace un buen de tiempo que con que haya uno -o sea, yo- que se azote basta y sobra.
gonX