mucho gusto.

Idas y venidas de ideas en desorden.





Volar.

Uno, cuando lee, se encuentra con muchísimas alegorías que remiten al vuelo. De las aves, de las almas, de las personas, del corazón. Una noche sin lluvia de septiembre yo volé y volé muy alto.

Sin miedo a los baches en las pistas y con mucha confianza en la pericia del piloto de esa linea aerea de bajo costo, cuyo avión no tenía goteras ni moscas en su interior, con sobrecargos de cabellos restirados, mucho maquillaje y voces empalagosas que ofrecían bebidas y tentenmpiés a los pasajeros que a esas horas volaban conmigo, me arrellané en mi asiento diminuto e hice de mi sudadera azul un émulo de almohada e intenté dormir.

Me resultó imposible.

No es la primera vez que viajo en avión, y se que no será la última, pero el por qué no pude dormir es algo mucho mas lindo que una simple sensación de vació en el estómago al despegue y que se parece al traqueteo de una montaña rusa. Resultó que por primera vez me di cuenta de que cuando uno se sube a un avión y este logra su altitud de crucero, que son como diez kilómetros por arriba de la superficie de la tierra, uno se siente en realidad más cerca del cielo que del piso.

Me sentí junto a aquellos que, según la creencia popular (judeo-cristiana y sus variantes) viven ahí en formas etereas y que nos vigilan y nos cuidan los sueños y los caminos.

Los extraño mucho a todos.

gonX
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Siendo las 1:53 a.m., Blogger Pau dijo...

Donde andas mi gonx?! Un besote!    



Siendo las 11:01 a.m., Blogger Miss Neumann dijo...

Yo me pregunto lo mismo, donde andas?    



Siendo las 10:26 p.m., Blogger elisa dijo...

Bienvenido de vuelta.    



Siendo las 4:30 p.m., Blogger María dijo...

Curiosamente yo viajé en avión también la semana pasada... y, no me lo vas a creer, pero mientras estaba allá arriba, sobrevolando las pachonas nubes, tuve una reflexión similar a la tuya... y una fantasía: de que en verdad existiera "el cielo" de la creencia judeo-cristiana —y sus variantes— y de la posibilidad de abrir la la salida de emergencia, dar un paso y quedarme ahí de una vez por todas.
Abrazo largo, mister.    



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